'No sé a los demás, a mí me puede el miedo.
El miedo a despertar y seguir teniendo miedo.'
Jero Romero
la mirada de los mil metros, thousand-yard stare, es una mirada angustiosa, inerte y desenfocada característica del trastorno de estrés post-traumático que se acunó en la guerra
ahora en despachos de psiquiatras forenses y en alguna sala de espera,
en los programas del perfil de un asesino de las cuatro de la mañana,
detrás de gafas de sol en los funerales,
en las madres cansadas,
en las madres cansadas,
en los hijos de puta que
firman sin preguntar los desahucios,
en el que se lo devoran los recuervos
desayuna clavando las pupilas en la caja de cereales
en los que se corren solos
en el que se lo devoran los recuervos
desayuna clavando las pupilas en la caja de cereales
en los que se corren solos
y en el lucha de gigantes de antonio vega.
las
noticias hablan de políticos que hacen bromas y políticos que las gastan
de
que berlín lucha contra la burbuja del ladrillo,
de que vargas llosa le toca
las tetas a isabel preysler,
de que el estado islámico siembra de minas siria,
de la corrupción en brasil, de ejercicios para un culo perfecto,
de que tsipras
estrecha lazos económicos con putin en san petersburgo,
treinta por ciento en sofás de polipiel
treinta por ciento en sofás de polipiel
en
la última hora de los telediarios nadie habla de las ganas de llorar de las abuelas
ni se interrumpen programaciones para contar que hay sicarios que hacen menos daño que algunas canciones viejas
en
un país donde cortar orejas es para algunos arte no tardará en ser costumbre hacerlo con
cabezas
necesitamos volver a vivir donde los niños pequeños jueguen a comerse la tierra
no
a edificarla
donde
debajo de las uñas sigamos teniendo mierda y risa
no sangre
donde la gente moderadamente feliz
volvemos en seis minutos
no sangre
donde la gente moderadamente feliz
volvemos en seis minutos
ser valientes
ser valiente y reconocer que me paso gran parte de las conversaciones y las tardes cabizbaja
mirándome el final de las mangas del jersey cedidas
hartas, esperando encontrar el momento oportuno para poder hablar
y decirte que perdones, que tienes algo entre los dientes
y que es un cuchillo
cortar con el infierno que es acomodarse en el infierno
cortar con el infierno de no decirte a tres centímetros de la boca que ni recorto el crucigrama
ni me mato si te vatenemos que irnos a publicidad
si no lo evitamos antes
un día tendremos que llevar a los críos a ver cómo nos tiran comida desde aviones
tendré
que sentar a los hijos que no tuve en el borde de la cama
y
contarles que mis reyes magos murieron de cáncer antes de los setenta
alargar
es apoyar la frente en la punta de un cuchillo contra la mesa y esperar la colleja del tiempo
un
día llegará el momento de meter la sonrisa en un vasito de cristal cada noche
a un lado del grifo del lavabo con la tranquilidad de saber que ya no hay prisa
de que la risa suple el murmullo de la televisión de fondo
a un lado del grifo del lavabo con la tranquilidad de saber que ya no hay prisa
de que la risa suple el murmullo de la televisión de fondo
no arrepentirme jamás de los que di
y al encontrar unos ojos a un palmo y una voz salvándome de la caída estrepitosa de no querer seguir volando
palpar con cuidado su cara y después la mesilla hasta toparme con las gafas de cerca
y ver claro, por fin, cuál es el mundo que quiero dejar a las empresas de comida a domicilio.
Paula Ramos
'He visto a grandes poetas escribir grandes poemas que estudiarán nuestros hijos que no le llegan a la suela del zapato a la cara de mi perro cuando le dejo lamer el envase de las natillas.'
Paula Ramos
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