martes, 25 de noviembre de 2014

mi selfie con el pequeño Nicolás

la ley de poe es un aforismo que sugiere que en ausencia de un guiño aclaratorio
es difícil, o imposible, distinguir entre una postura ideológica extrema
o la parodia de la misma

el lenguaje sigue siendo otro tipo famélico, raquítico, pusilánime que intenta llegar
avergonzado 
a lamerse las heridas
o la polla
mientras la ansiedad es una flapper que se mete un vaso de tubo en la boca y te mira
desde la otra punta del bar
y se ríe con un acento que reconoces
de todas las veces que no supiste pedir ayuda

o que pensaste, patética y tiernamente, que no era necesario 

la inseguridad es un poco como salir de la ducha
como viniste al mundo -ya sabes, más llorando que en pelotas-
y que la toalla que tiraste te sirva para evitar escoñarte contra el suelo
pero no para secarte
esto creo que ya lo he dicho

también te digo que sigo enseñando lengua a mis alumnos con canciones de sabina
que intento no escuchar ahora

hemos pasado de que cambiar de vida sea mudarse de la ciudad al campo
o dejarlo todo e irte a la otra punta del planeta a cuidar huevos de tortuga
a cenar fruta
es serio esto
todos los niños interiores tienen anemia
ahí, debiluchos, y hartos de ser viejos
con zapatillas de esas con luces que parpadean cuando caminas
aunque ya no sea hacia delante 
jugando con trenecitos que hacen un ruido de la hostia
y que sólo pasan una vez en la vida

si las miradas matasen no existirían los espejos

al final madurar es tan simple, tan poca cosa, como descubrir
antes de palmarla
a quienes te quieren de verdad
sin dejar de querer a todo el mundo

dejar de correr cada vez que oyes un ruido
pensando que, de una vez por todas, 
a algunos se les ha caído la cara de vergüenza

perdonar y lavarse todos los días el pelo
menos autocompasión 
saber pedir perdón

encontrarse con un profesor que te dijo que no llegarías a nada en la vida
y darle la razón

y brindar por lo que seas

aprender a decir adiós
y no dejar de saludar

y, en un ejercicio de humildad tamaño fantasía,
 preferir pasar por la vida discretamente con más pena que gloria
que dejando mucho



pero mucho




que desear.


https://www.youtube.com/watch?v=U7K2FmmudhY

2 comentarios:

  1. Madre mía... ¿Pero de dónde has salido tú? Ante cosas así sólo guardo silencio, que todas las palabras están cortas.

    ResponderEliminar