martes, 17 de diciembre de 2013

no estaba de parranda. Con Manuel

Parezco James Stewart en «La ventana indiscreta», sólo que en vez de la pierna tengo el corazón enyesado. Y así me dedico, por las noches, a espiar a través de cristales las vidas. Me tiene fascinado la de una pareja o matrimonio joven, justo enfrente, mismo piso. Parece que sólo hay movimiento a la hora de la cena, cuando se enciende la luz de la cocina y aparece el hombre de la casa dispuesto a preparar algo para el resto de la prole —una mujer y una hija—. No sabría decir su edad, quizá por eso suponga que no vive del todo bien, o que sufre, o que padece una dolencia que no es externa. A veces le echo treinta años, cuarenta, otras cincuenta.

No lo sé, me tiene desconcertado, está envejecido. Con ella lo tengo más claro; rondará los treinta, seguro, y a diferencia de su esposo aparenta esa edad. La verdad es que es bastante guapa. Hasta se pasea por la casa con unos pantalones muy cortos que harían las delicias del ser más frío. La niña apenas contará con cuatro o cinco años. El hombre es el único habitante de la cocina, siempre cabizbajo, nunca he visto si ha reparado en mí o en la calle, en lo que hay fuera. Es bastante extraño. A veces la mujer le ayuda, pero parece que su labor se reduce a la de ser pinche. 

Jamás he visto un gesto de complicidad entre ambos, una risa escandalosa a prueba de rutinas, una cogida de culo o un beso sin censura. Nada. Lo único que existe para el hombre es la cazuela, ¿pero por qué? A veces le observo, divertido, algún fin de semana temprano, cuando se pone a hacer abdominales en medio de la cocina; qué manía la de gustarse uno mismo para gustar a los demás, para retener a alguien. Y llegar a la hora de la cena para no hablarse.

Qué jóvenes, qué guapos. Seguramente tendrán el coche familiar casi pagado, la hipoteca a la mitad, algunos ahorros que habrá que gastar en la ortodoncia de la pequeña; la semana de vacaciones en la playa peligra, esa semana para verse las caras y aburrirse mortalmente. Siempre les quedará la cenita de los viernes con otra pareja de encantadores modernos.

Quizá la mujer se apague un poco, quizá el hombre le diga que se ponga unos pantalones largos, quizá no deba ser tan rubia ni cogerse y soltarse el pelo de esa manera. Quizá sea mi Grace Kelly y la tenga que salvar como en la película. Quizá su marido tenga que dejar de hacer esos ridículos abdominales para aguantar un minuto más el polvo. Quizá esa niña pequeña, cuando haga la comunión, vea llegar a sus padres en coches distintos.

Usemos la cocina para algo más que cocinar, para algo más que mirar cómo se hace la comida. Para que se me escape la mano a tu culo cada vez que te vayas al salón, para agarrarte por la cintura y retenerte como se debe retener si me ha sabido a poco. Porque hay que volar del trabajo aunque tengas media hora libre, diez minutos siquiera, para vernos y que nos digan a la cara que somos unos locos. Llegar tarde a algo por alguien es bien. Por ir sin afeitarme, que la loción me borra tus manos. Porque seamos los protagonistas de las quejas de todos los vecinos: que estos dos no se callan, que gritan mucho, que jadean. Porque no tengamos que recoger críos de natación, porque nuestras vidas sean la playa todo el año mirándonos a los ojos con ganas. Porque tengamos letras atrasadas que pagar pero bien claras las que te escribo. Por no ser modernos ni ideales para nadie, pero ser tú y yo.
(Manuel)


No sé si reconocer es un palíndromo
o una putada
porque si la experiencia es un grado
tiene treinta y nueve menos que el ron

no recuerdo haber visto a tanta gente 
tan triste
ni tan enfadada
pero tampoco lo olvido

me jode muchísimo no haber escrito lo de 'ayúdame y te habré ayudado'
ni haberlo dicho lo suficiente
una movida el yoísmo 
but all you still need is more love 
más abrazos
más pero qué coño te pasa
más paciencia
más sonreír en las tiendas cuando te dan las vueltas
y mirar a los ojos
más aceptarse
que silencio no es soledad
más idas
y quedadas

lo de socializar es como cuando educas al perro  
y no te sale
al principio tiene gracia
pero al final miras a la gente queriéndote saber segura
seria 
cansada
y dices con voz rota que por favor,
por favor
dejen de cagar en tu cuarto


ser sincero ha dejado a más gente sin amigos que el orgullo


pero nadie puede decir que le encanta la playa
mientras se está ahogando


tragando agua, ahí, como un hijo de puta
del que nadie quiere ser tutor legal


también hay personas que intentan
que otros no se vuelvan locos
como si al pasar los fuesen a encerrar a ellos mismos

de verdad
me parece turbio mirar a las estrellas
pero he estado en hoteles de mierda
que tenían cinco

matemáticamente el amor es un horror 
a lo mejor tus vecinos te hubiesen saludado







antes de matar a alguien.







Pero yo que me sé, a veces no mirar ni saltar por la ventana
es tan simple como que te la tapen.


valorar, valorar, valorar
en un post-it pegado al vaso medio vacío. 


'el mar es más bonito después,
no te preocupes.'


http://www.youtube.com/watch?v=ggyVDF_9qSk

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